La polémica Sartre-Camus. De la revista ‘El escarabajo de oro»

sartre-camus

Sartre vs. Camus

Jorge Novella

Se ofrecen aquí reunidos los cuatro textos que configuran la célebre polémica que A.
Camus, F. Jeanson y J-P. Sartre sostuvieron en las páginas de la revista Les Temps
Modernes a inicios de los años cincuenta. Como colofón, incluimos el elogio fúnebre
que Sartre escribió para France-Observateur a los pocos días del fallecimiento de su
antiguo amigo, acaecido en accidente de automóvil el 4 de enero de 1960. Es de
señalar que la presente edición reproduce directamente la versión -no exenta de algún giro mejorable- que de manera harto meritoria publicaron en el ya lejano 1964 las bonaerenses Ediciones del Escarabajo de Oro, dirigidas por Liliana Heker. De manera meritoria, decimos, por cuanto que no habían sido frecuentes las oportunidades –ni lo son todavía- para acceder a la polémica en el formato unitario en que se da a continuación.

La ruptura entre A. Camus y J-P Sartre estuvo motivada por la aparición de El hombre
rebelde, ensayo en el que el primero de ellos trata de localizar algunas de las
antinomias filosóficas y artísticas que, a su entender, desempeñaron un papel decisivo
en el proceso de transmutar el idealismo revolucionario, inherente a toda rebelión
alzada contra la injusticia social, en una dinámica artificiosamente dominada tanto por
la divinización de la historia como por las supuestas leyes que la rigen. Es a la
naturaleza radicalmente nihilista de dicha dinámica a la que cabe atribuir, a juicio de
Camus, el surgimiento de regímenes que, en nombre del proyecto emancipatorio,
acaban por asentarse en la represión social y política más despiadada. Frente a la
violencia entrañada en las estériles fórmulas ideológicas que han alumbrado los
“totalitarismos del Norte”, el escritor franco-argelino opone la mesura de un pretendido
“pensamiento del mediodía”, bajo cuya luz acaso podrían al fin reconciliarse el deseo
de libertad y el deseo de igualdad.

Un proyecto animado por una intención filosófico-política semejante podía ser objeto
de empática acogida, como en efecto así fue, entre los sectores de la izquierda antiestalinista
(sindicalistas revolucionarios, marxistas heterodoxos, anarquistas…), pero
en modo alguno podía serlo en ambientes próximos al Partido Comunista o en
aquellos otros que, sin estarlo, creían que en el interior del marco de la guerra fría del
período (1947-1954: procesos seudojudiciales en Bulgaria, Hungría y Checoslovaquia;
“golpe de Praga”, Guerra de Corea…), cualquier perspectiva que abordara críticament
la situación existente en los países donde se había instalado lo que el propio Camus
denominaba “socialismo cesáreo” redundaría necesariamente en un apoyo
indiscriminado a la barbarie imperialista liderada por los Estados Unidos.
La coyuntura que acabamos de esbozar explica en buena parte la incomodidad con la
que El hombre rebelde fue recibido por el grueso de redactores de Les Temps
Modernes, desde hacía tiempo convencidos de que Camus era un idealista tan iluso
como romántico (un “anarquista sentimental” en palabras muy posteriores de T. Judt),
complacido en transponer a términos morales e individuales qualquier análisis de la
realidad (la dinámica de la época era diametralmente la inversa: reducir de forma
sistemática a oposiciones ideológicas y/o políticas todo dilema personal).
Conviene no perder de vista que pese a ser Les Temps Modernes una publicación
situada en el ámbito de la izquierda no-comunista, su director, J-P. Sartre, en el
momento mismo en que se produjo el enfrentamiento con Camus se disponía a iniciar
una etapa de aproximación al Partido Comunista Francés, organización marcada en la
época por una dogmática de cuño claramente estalinista. Movido por tal pretensión, el
autor de La Nausea escribirá para la revista varios artículos (recogidos posteriormente
en volumen: Los comunistas y la paz, en 1952, el mismo año de la polémica; El
fantasma de Stalin, en 1956, año de la Revolución húngara) donde, entre otras
contundencias, puede leerse, negro sobre blanco, que “todo anticomunista es un perro
rabioso” (no será ocioso recordar que “anticomunista” era término que funcionaba en
la época a guisa de sinécdoque, esto es, para designar igualmente a cuantos,
ubicados en la izquierda revolucionaria, sostenían posturas críticas respecto a la Unión
Soviética y a Stalin).

Constituye indicio significativo de la incomodidad a la cual hemos aludido
anteriormente el hecho de que el libro de Camus, distribuido en librerías el 18 de
octubre de 1951, todavía se encontrara aguardando, a la altura del mes de abril del
siguiente año, a que algún colaborador de la revista se decidiera a escribir la recensión
crítica de la obra. Como sea que nadie se ofrecía de forma voluntaria para tal
menester, Sartre traspasó finalmente el encargo a Francis Jeanson, joven de 29 años
notoriamente identificado con la filosofía satreana, y a la sazón gerente de la
publicación. El texto de Jeanson apareció en el número de mayo de 1952 de Les
Temps Modernes. Con él quedó abierta la polémica.

La réplica del propio Camus, acompañada de las contra-réplicas de Sartre y de
Jeanson, que intervenía por segunda vez en la discusión, fue publicada en el número
de la revista correspondiente al mes de agosto. Camus consideró que la dureza y
severidad mediante las que Jeanson había valorado El hombre rebelde no podían ser
ajenas al sentir del propio Sartre. De hecho, dirigirá su respuesta encabezándola con
un frío y distante “Carta al Sr. Director de Les Temps Modernes” (el propio Sartre) y,
en clara muestra concordante, silenciará por completo el nombre de Jeanson a lo largo
de su texto, gestos ambos que Sartre interpretará como vejatorios en grado extremo,
tanto para su colaborador como para él mismo.

Dos de los biógrafos de Camus mejor documentados (H. Lottman y O. Todd) coinciden
en afirmar que la herida causada por la polémica le permanecerá abierta al escritor,
con razón o sin ella, hasta el final de sus días, incidiendo incluso en el recorrido de su
trayectoria literaria posterior al eposodio. En este sentido, La caída, su última novela
editada en vida (1956), ha podido ser interpretada como un roman à clef elaborado
desde el amargo recuerdo del enfrentamiento.

Por el contrario, en el caso de Sartre el conflicto no tuvo consecuencias de un alcance
comparable, más allá del sentimiento apenado que cabe suponerle tras haberse roto la
relación mantenida con un amigo respecto al cual, por otro lado, nunca experimentó
una cercanía realmente genuina. Cierto que ambos habían compartido hasta entonces
una misma imagen pública: la que los presentaba como epítome del intelectual
comprometido y ex-resistente bajo la ocupación nazi (condición en verdad más bien
dudosa por lo que hace a Sartre) o, también, como representantes característicos del
“existencialismo” (etiqueta que Camus siempre se negó a admitir en relación a su
propia obra creativa). Sin embargo, los puntos de desencuentro habían sido
permanentes.

Con toda probabilidad, Sartre fue mucho más consciente que Camus de las
diferencias insalvables que le separaban de su amigo, diferencias que O. Todd, en
sugerencia abusivamente anacrónica, ejemplifica aludiendo a las que se dieron
históricamente entre girondinos y jacobinos o entre mencheviques y bolcheviques. En
cualquier caso, aparte las atribuibles al hecho de poseer carácteres personales muy
distintos, tales diferencias se pusieron de manifiesto repetidamente tanto en relación a
las maneras de concebir la actividad política en general como en el modo de entender
el papel que ha de corresponderle al intelectual en la definición de las posibilidades y
límites de esa actividad. De hecho, Simone de Beauvoir, la inseparable compañera de
Sartre, anota en sus memorias que en el momento de la ruptura, poco era lo que
quedaba ya de la amistad mantenida anteriormente por los dos escritores.
Tras los muchos años transcurridos desde su publicación originaria, corresponderá a
los actuales lectores de la polémica Camus/Sartre sopesar si la misma tan sólo puede
ser objeto de interés entre los historiadores de las ideas, los estudiosos de la vida
intelectual francesa del siglo pasado o los biógrafos. Por nuestra parte, pensamos que
no pocas de las cuestiones que se debatieron en ella prosiguen abiertas a
interrogación, y que revisitarlas, o visitarlas por vez primera, no ha de ser ejercicio
estéril. Al menos este ha sido el criterio que nos ha decidido a impulsar la presente
recuperación.

Bibliografia sumaria:

– A. Camus: El hombre rebelde, Madrid/BBAA, Alianza/Losada, 1982
– H.R. Lottman: Albert Camus, Madrid, Taurus, 1994.
– H.R. Lottman: La rive gauche, Barcelona, Tusquets, 2006.
– O. Todd : Albert Camus. Una vida, Barcelona, Tusquets, 1997.
– A. Cohen Solal: Sartre, 1905-1980, Barcelona, Edhasa, 2005
– S. De Beauvoir: La fuerza de las cosas, Barcelona, BBAA, Edit. Sudamericana, 1979

Texto completo en este enlace.

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